El refresco es una de las bebidas más consumidas en México y en muchos otros países, debido a su sabor dulce y refrescante. Sin embargo, su alto contenido de azúcar y calorías ha convertido a este producto en uno de los principales culpables del aumento de peso y las enfermedades metabólicas, como la diabetes y la obesidad.
Consumir refrescos de forma diaria puede acarrear una serie de complicaciones para el organismo. Las consecuencias más comunes incluyen el aumento de peso, así como el desarrollo de enfermedades crónicas, tales como la diabetes tipo 2 y los problemas cardiovasculares, los cuales afectan a una parte significativa de la población mexicana.

¿Es posible disfrutar de un refresco sin que afecte nuestro peso? La respuesta no es tan simple, pero con algunos cambios en la forma en que lo consumimos, podemos disfrutar de esta bebida de manera más saludable. Aquí te damos algunos consejos para evitar que el refresco sea un obstáculo en tu control de peso.
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Para quienes desean reducir su consumo de refrescos sin renunciar por completo a su sabor, existen varias opciones:
Refrescos sin azúcar
Una opción frecuente es optar por refrescos sin azúcar. Si bien estos productos pueden ofrecer el sabor refrescante que se busca, contienen edulcorantes artificiales que, en exceso, pueden no ser tan saludables. Se recomienda su consumo ocasional y no diario.
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"Refresco" natural: agua gasificada
La opción más saludable y natural es el agua gasificada, una simple agua natural con dióxido de carbono que crea las burbujas características de los refrescos. Esta bebida no aporta calorías ni azúcares y por lo tanto, es una excelente alternativa para quienes buscan reducir su ingesta calórica.
Para quienes disfrutan de un toque extra de sabor, exprimir un limón en el agua gasificada es una opción fresca y sin azúcares añadidos. Además, algunas marcas de agua con gas contienen minerales como magnesio o calcio, lo que puede proporcionar beneficios adicionales.
Aunque algunas personas pueden experimentar hinchazón o malestar por el gas, en general el agua gasificada es bien tolerada y no presenta los mismos riesgos que los refrescos azucarados, como el daño al esmalte dental o el riesgo de osteoporosis.
Tomar refresco sin ganar peso es posible si seguimos ciertas pautas. Moderar su consumo, optar por versiones sin azúcar, controlar las porciones y combinarlo con una dieta equilibrada y ejercicio son pasos clave. Recordemos que, aunque el refresco puede ser un placer ocasional, no debe formar parte de nuestra dieta diaria si queremos mantenernos saludables.