En el corazón del estado de Hidalgo, México guarda un dulce secreto que ha cruzado fronteras: San Sebastián Tenochtitlán, un encantador Pueblo Mágico, que es reconocido internacionalmente por su tradición pastelera, al punto de haber sido inscrito en el libro de los récords Guinness.
Su legado culinario y su belleza tradicional lo convierten en un destino imperdible para turistas nacionales y extranjeros.
¿Qué hace tan especial a San Sebastián Tenochtitlán en la tradición pastelera mexicana?
A solo unas horas de la Ciudad de México, este pueblo se ha ganado el título de "Capital Pastelera" gracias a su historia ligada a la repostería. Desde hace más de seis décadas, sus calles se llenan de sabor, colores y alegría cada 20 de enero durante la Feria Patronal en honor a San Sebastián, una celebración donde la estrella es sin duda, el pastel.
Te podría interesar
Durante esta festividad, que se celebra en el municipio de Nopala de Villagrán, los visitantes pueden disfrutar de actividades religiosas, culturales, desfiles, música en vivo y la esperada expopastelera, un evento donde se exhiben y venden los pasteles más creativos y deliciosos elaborados por las familias locales.
¿Cómo logró un pueblo mexicano entrar al libro Guinness?
Lo que ha colocado a San Sebastián Tenochtitlán en el mapa mundial fue el impresionante logro alcanzado en enero de 2010, cuando se rompió el récord Guinness al preparar el pastel más grande del mundo, con más de 291 metros de largo y un peso de 80 toneladas.
Te podría interesar
Este hito fue posible gracias al esfuerzo conjunto de 220 familias pasteleras y coincidió con la conmemoración del Centenario de la Revolución Mexicana.
El pastel mexicano superó el récord anterior, que pertenecía a las Islas Canarias con un pastel de 282 metros, consolidando así a San Sebastián como un ícono de la repostería a nivel global.
San Sebastián Tenochtitlán, el lugar donde los pasteles son parte de una herencia cultural
Más allá del récord Guinness, lo que realmente distingue a este Pueblo Mágico es el compromiso de su gente por preservar una tradición pastelera que ha pasado de generación en generación.
Los sabores únicos, las técnicas artesanales y la dedicación al oficio han hecho de San Sebastián Tenochtitlán una joya culinaria con identidad propia. Visitarlo no es solo hacer turismo, es adentrarse en una historia dulce que celebra la herencia, la creatividad y el espíritu festivo de México.