¿Qué pasa si le hablas como bebé o le gritas a tu perro? Razones por las que deberías evitarlo
El adiestrador Alejandro Flores advierte que el exceso de cariño podría estar arruinando su educación.
Tener un perro implica mucho más que pasearlo y darle de comer. La clave de una buena convivencia está en cómo nos comunicamos con él y ahí es donde muchos cometen errores sin saberlo.
Uno de los más comunes, según el adiestrador canino Alejandro Flores, es hablarle al perro como si fuera un bebé, un gesto que aunque parece tierno, puede ser perjudicial para su educación.
¿Por qué el exceso de cariño mal expresado puede dificultar la educación de tu perro?
Alejandro Flores, conocido por su contenido en TikTok, ha ganado popularidad gracias a sus consejos prácticos y directos sobre conducta canina. En uno de sus videos más recientes, explica por qué usar tono infantil o frases largas confunde al perro, dificultando su aprendizaje y alterando su comportamiento.
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“Un perro necesita mensajes claros y concretos que pueda asociar con una acción. Decir ‘ven’ es más útil que decir ‘ven mi amor, ven con mamá’”, explica el adiestrador.
También, Alejandro Flores señala que humanizar en exceso al animal durante su educación es un error común. El lenguaje que usamos y el tono en que lo decimos puede influir más de lo que imaginamos.
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Para los perros, la consistencia y la claridad son fundamentales, ya que asocian palabras con acciones, no con emociones humanas.
¿Educar con gritos y exigencias arruina el aprendizaje y la confianza de tu mascota?
Un error frecuente es gritarles cuando no responden, algo que, lejos de corregir, refleja impaciencia del humano y una falta de preparación en el perro.
“Si tienes que gritar cada vez que das un comando, es porque tu perro no está listo. No aprende más rápido porque lo presiones”, advierte Alejandro Flores.
Otro punto clave que el especialista critica es la exigencia desmedida. Muchos dueños esperan resultados inmediatos y cuando el perro no responde como esperan, lo castigan verbalmente o lo fuerzan a obedecer:
“Si yo exijo a mi perro, va a odiar que lo eduque. Necesito que lo haga desde el cariño y desde lo positivo”.
Lejos de mejorar el vínculo, este enfoque puede generar ansiedad y rechazo. La clave, según el experto, está en educar desde lo positivo, premiando lo que el perro hace bien y evitando convertir el aprendizaje en un momento desagradable.
¿Puede la educación canina basarse en la confianza y no en gritos, miedo o exigencias?
La propuesta de Alejandro Flores es clara: educar no es imponer, es acompañar. No se trata de que el perro obedezca por miedo, sino de que entienda que aprender tiene recompensas, una galleta, un juego o una caricia.
“Lo realmente cariñoso no es hablarle como a un niño, sino comunicarse de la forma que él entienda”, concluye.
Así, la diferencia entre un perro que cumple por obligación y otro que lo hace con gusto no está en cuánto lo queremos, sino en cómo se lo demostramos.