Cuál es la habilidad que destaca a los niños con una mentalidad fuerte del resto

Según Naciones Unidas, promueve el aprendizaje social y emocional, y los expertos aseguran que desarrollarla es siempre posible.

Enseñar a los niños a desarrollar la esperanza mejora su inteligencia emocional y bienestar, preparándolos para ser más resilientes.
TENDENCIAS

La Real Academia Española define la esperanza como un estado del ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos. Sin embargo, para la psicología, esta definición puede ser limitada. Naciones Unidas define la esperanza como una actitud realista pero optimista, la creencia de que un cambio positivo es posible y la voluntad de trabajar para lograrlo. Este matiz es clave para entender cómo la esperanza puede ayudar a los niños a establecer objetivos, tomar decisiones y mejorar sus relaciones sociales.

Desarrollo de la inteligencia emocional

Tener esperanza es esencial para alcanzar la satisfacción vital, incluida la salud mental y física. La esperanza promueve el aprendizaje social y emocional, distinguiendo a los niños mentalmente fuertes de aquellos que se rinden fácilmente. Un optimismo saludable, según una psicóloga de Harvard es una actitud presente en las personas resilientes. Enseñar a los niños a desarrollar la esperanza mejora su inteligencia emocional y bienestar, preparándolos para ser mentalmente más fuertes y más resilientes.

La esperanza es un puente que conecta nuestros deseos con la posibilidad de lograrlos. Crédito: Freepik

Evidencia científica

Evidencias sugieren que enseñar a los niños a desarrollar la esperanza como una habilidad efectiva mejora significativamente su inteligencia emocional en factores como la autoconciencia, la autorregulación, la motivación, la empatía y las habilidades sociales. Los adolescentes con una actitud positiva y optimista son más felices, tienen más éxito y soportan mejor el estrés. Además, la esperanza puede reducir drásticamente la ansiedad y la depresión infantiles.

Fomentar la esperanza en casa

Para desarrollar una esperanza real, es fundamental fomentar un diálogo positivo en casa. Hablamos de una actitud “realista y optimista”, aceptando todas las emociones que existen y gestionarlas, desde una perspectiva positiva, animando a los niños a expresar sus sentimientos y pensamientos. Los padres deben escuchar y validar las emociones de sus hijos, ayudándoles a focalizarse en las soluciones. La Dra. Michele Borba, psicóloga educativa experta en crianza, sugiere desarrollar un código privado para indicar comentarios negativos, ayudando así a los niños a controlarlos.

 Los padres deben escuchar y validar las emociones de sus hijos, ayudándoles a expresar sus sentimientos y pensamientos. Crédito: Freepik

Gratitud y esperanza

Cultivar la gratitud también tiene un efecto positivo en la esperanza. Enseñar a los niños a practicar la gratitud les anima a apreciar las cosas buenas de su vida. Estudios sugieren que llevar un diario de gratitud puede aumentar la esperanza en solo 10 semanas. Los padres deben ser modelos a seguir, enfrentando las adversidades con esperanza y enseñando a sus hijos a imitar esta habilidad.

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